Los Objetos de Gloria Fiallo

La proeza mayor que realizaron los cultores del pop-art en la década de los años sesenta es cambiar, o invertir el orden de la significación de las cosas. Tener o alcanzar la significancia implica crear una imagen que se impone no sólo a la retina sino al pensamiento y lo obliga a detenerse y a reflexionar sobre ella. Gracias o por culpa del pop-art, las imágenes que rodean al hombre en su vida cotidiana y que eran demasiado mínimas y usuales como para reparar en ellas se volvieron “visibles”, es decir, significantes. Así las jerarquías desaparecieron dentro de los temas. Dejaron de existir los temas validos o inválidos, los importantes, los precarios. Todo tema insignificante es susceptible de volverse imagen imperiosa; depende del poder que el artista sea capaz de imprimirle.

En su obra objetual, Gloria Fiallo siempre hizo trasposiciones de pintura rindiendo tributo al pop que atestigua con humor, ironía y cierta dosis de ternura sobre los objetos que la rodean para revelar el lenguaje que se enriquece día a día, manejando con gran destreza sus materiales, y que compensa con sensualidad y lirismo según los casos.

En sus investigaciones trata de asociar el arte, a lo artesanal y lo técnico. Mediante la computadora obtiene esas formas fantásticas, leves y fuertemente desequilibradas, que parecen flotar en el espacio.

El hecho que las formas de su cotidianidad hayan sido alteradas con las ayuda de la computadora le agrega en la ejecución, el mérito que le da la contemporaneidad de los recursos.

Los objetos en su taller son tan importantes como los otros femeninos y cotidianos, en una especie de veneración profesada a los que la rodean; símbolos de la creación, de violencia, del amor, del odio, al mismo tiempo que color, texturas y composición apuntan a una lectura estética. Hay una acumulación de intensidad expresiva, de energía plástica en los detalles de las telas que revisten la imagen pintada. Las texturas de las telas superpuestas producen en las pinturas, transparencias, alteración de los hechos luminosos, en una especie de secuela cinética, que bañan las formas inventadas, concebidas y alteradas como volúmenes y apariencias imperfectas.

Observar el mundo objetual de Gloria Fiallo, es una operación más compleja que el simple sentido estético, su arte se nos da como un medio, como unos códigos para descifrar, y en ese sentido contribuye a transformarnos en seres que piensan mientras lo disfrutamos.

 

Elida Salazar

Curadora de la exposición

Caracas 2.015